El Hospital de Caridad -a partir de Noviembre de 1911 denominado «Hospital Maciel»- fue fundado el 16 de Junio del año 1787 por donación de Francisco Antonio Maciel integrante de la Hermandad de Caridad. Por su impulso y el de otro español -Mateo Vidal- se inició la construcción de este Hospital, en un solar donado por el Cabildo, a cuya edificación contribuyó Francisco Antonio Maciel con su fortuna. De allí la denominación de «El Padre de los Pobres» con que se lo conoció.

El Hospital Maciel fue el primer hospital civil erigido en esta orilla del Río de la Plata, cuando era todavía una dependencia colonial del Reino de España.

A lo largo de los siglos, muchos médicos y ciudadanos hispánicos sostuvieron este establecimiento, así como contribuyeron a crear otras instituciones de salud, con una visión generosa y caritativa, que volcó los recursos de los más favorecidos hacia los más desvalidos, en una práctica que se extendió a lo largo del siglo XIX en todo el territorio de la República.

Es destacable por tanto la raíz hispana de este Hospital, que es el testigo y la cuna de la Medicina Nacional, donde se formaron nuestros primeros médicos y por muchos años fue la única escuela médica que tuvo Uruguay hasta promediar el siglo XX.

Ese es el origen de este centro hospitalario, hoy uno de los de mayor jerarquía científica y asistencial del país, que se enorgullece de estar socorriendo siempre al necesitado.

En el interior del Hospital se encuentra la Capilla de la Santísima Virgen María y del Patriarca San José; popularmente conocida como la Capilla de la Caridad y originada en 1798. Es el tercer edificio más antiguo de la Ciudad Vieja y fue restaurada en el año 1980.

En la capilla tuvo lugar el primer ensayo del Himno Nacional, cantado por el Coro de alumnos de un colegio ubicado en la cercana esquina de 25 de Mayo y Maciel.

La fachada de la capilla es el elemento decorativo más típico de la misma, la cual debe su aspecto monumental a las grandes columnas dóricas que flanquean la puerta y el ventanal superior, y al remate de la obra en una espadaña apoyada sobre el frontón curvo. Es expresión pura de la escuela neoclásica, única expresión arquitectónica en el Montevideo de fines del siglo XVIII.

Entre los elementos destacables de la obra (atribuida entre otros al arquitecto español Miguel Estévez), queda en relieve una serie de vitrales de diseño geométrico que cierran los arcos superiores laterales, el piso con baldosas decoradas, el púlpito y la decoración barroca del altar principal, adquirido mucho después de terminada la iglesia, en el siglo XIX.

La capilla ha sido declarada monumento histórico nacional en 1975.